Nos levantamos temprano para llegar al aeropuerto de Sevilla con tiempo suficiente para salvar cualquier imprevisto. Llegamos una hora y cuarto antes de la salida del vuelo, por lo que tuvimos tiempo más que suficiente para facturar el equipaje y desayunar.
El vuelo hasta Madrid fue sin problemas. Casi no nos dimos cuenta. Cosa que no ocurriría en el siguiente vuelo hasta Nueva York que se hizo eterno. Los asientos de los aviones son demasiado pequeños para un vuelo tan largo, casi no te puedes mover, y estar más de 7 horas allí es algo pesado. Supongo que también el no estar acostumbrado a viajes tan largos en avión debe influir algo.
Cuando nos íbamos aproximando al destino (lo sentíamos por que empezaban a doler los oídos, aunque se solucionaba tragando para igualar la presión) vimos que el tiempo estaba algo revuelto. Había nubes y llovía un poco pero no afecto para nada al aterrizar.
Por cierto, el avión llevaba una cámara en la cola que nos mostraba por lo monitores de la cabina el despegue y el aterrizaje. Una imagen bastante impresionante y que nos entretenía en esos momentos. Lo agradecí bastante ya que es cuando más nervioso me pongo al viajar en avión.
El vuelo, aunque interminable, llegó media hora antes de lo previsto, pero ese tiempo que habíamos ganado en el aire, lo perdimos en tierra mientras hacíamos cola para pasar el control de inmigración. Tuvimos que entregar unos cuestionarios que previamente nos habíanentregado en el avión con idea de aligerar el proceso de registro, pero que de poco sirvió ya que teníamos suficiente tiempo en la cola para hacerlo.
Curiosidades... ¿Que responderías si vas a entrar en un país y te preguntan si vas a atentar, a cometer un asesinato o a delinquir en cualquiera de sus formas?
Esas son las preguntas conflictivas que te hacen en el cuestionario. Si respondes que sí a alguna de ellas lo más probable es que no te dejen entrar en el país. No por terrorista, si no por tonto.
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