Capileira es un pueblo pequeño y blanco, con calles empinadas y empedradas que en invierno hay días que se llenan de nieve y de hielo, y que en verano son frescas a la sombra al ser recorridas por la brisa de las montañas de Sierra Nevada.
Tenemos buenos amigos en Capileira. Jaime, aunque también es familia, ante todo es también un amigo. Sierra, una extraordinaria mujer que conocimos cuando viajamos a Nueva York, vecina de Jaime, y que prepara unos desayunos que nos ponen las pilas para movernos por las calles del pueblo. Con ellos nos sentimos a gusto y siempre apetece dar un paseo con ellos por los intrincados senderos que unen unos pueblos con otros, o éstos con puentes, barrancos, pasos de montaña,...
Aunque ya en casi todos los pueblos de España puedes tener todas las comodidades y avances que hay en una gran ciudad (quizás la oferta no es tan grande, pero no están aislados) cuando llegas allí te sientes alejado del bullicio de las urbes. Así, en silencio, tan sólo escuchando el rumor del agua del río Poqueira y algunos grillos que se turnaban para dar ambiente a la noche, pasamos la velada sentados en el soberao de la casa de Eva (gracias Eva) hasta que el sueño se apoderó de nosotros.
